La destilación de licores tiene una historia de más de 500 años en Escocia. En ese entonces, el líquido producido se refería como 'Uisge Beatha' o 'el agua de la vida', según la traducción del gaélico.
A medida que pasaron los siglos y mejoraron los métodos de destilación, se lograron avances significativos en la creación del destilado. Debemos agradecer a los monjes por difundir su experiencia en la destilación a medida que se trasladaban de los monasterios a las comunidades, donde ponían sus habilidades en práctica. Pronto, las noticias sobre los métodos de destilación se propagaron de pueblo en pueblo y algunas personas creían que los destilados podían usarse para diversas cosas, como la salud, la prolongación de la vida e incluso en el tratamiento de la viruela. Sin embargo, no hay evidencia que sugiera que los destilados tenían algún beneficio para la salud.
Los años pasaron y el 'uisge beatha' se conoció como whisky. Se había convertido en una parte integral de la vida en Escocia y a menudo se ofrecía a los visitantes a su llegada como un brindis de bienvenida.
La revolución en la historia del whisky escocés ocurrió cuando se empezaron a producir whiskies de grano en la década de 1830. La mezcla de estos whiskies de grano más ligeros con los whiskies de malta, que tenían sabores más intensos, amplió considerablemente el atractivo del whisky escocés. Fue en este ámbito donde un hombre llamado John Walker construyó su reputación mezclando whiskies de los cuatro rincones de Escocia.